2 oct 2013

Feminismo NO es hembrismo


"No soy feminista, pero creo en la igualdad" es el nuevo "no soy racista, pero los rumanos son delincuentes"; una incongruencia. 

El término "feminista" parece que inquieta, que molesta e incomoda. Y claro que incomoda, el que una mujer se defina como feminista supone que no va a dejarse pisar ni amedrentar por la sociedad patriarcal; es normal que haya machirulos y sectores patriarcales a los que no les guste. Lo preocupante es que para las propias mujeres (y hablamos de una mayoría) es una palabra peyorativa con la que ni se identifican ni quieren verse asociadas. 

Ejemplos hay muchos:
- Beyonce: "Creo en la igualdad. ¿Por qué has de elegir entre un tipo de mujer u otro? ¿Por qué ponerse una etiqueta? Soy simplemente una mujer, y me encanta”. 
- Kate Perry:“No soy una feminista, pero creo en la fortaleza de las mujeres”.
- Taylor Swift: "No me planteo las cosas en plan chicas contra chicos. Nunca lo he hecho. Me criaron unos padres que me decían que si trabajo tan duro como los hombres, puedo llegar igual de lejos".
- Carla Bruni: "Ya no hay necesidad de ser feminista".
- Lady Gaga: “No soy una feminista. Saludo a los hombres. Amo a los hombres. Celebro la cultura masculina americana: cerveza, bares y coches potentes”.

De estas frases se denota que calificarse como feminista es etiquetarse, negarse como mujer, adoptar una postura radical, ser conflictiva, odiar a los hombres e incluso ser una exaltada por reivindicar algo que ya hemos conseguido. Desde mi punto de vista esto es fruto de una doble ignorancia, en primer lugar ignorancia respecto a lo que significa "feminismo", y en segundo lugar respecto al propio lugar que las mujeres tenemos en la sociedad.

El feminismo aparece con frecuencia absurdamente asociado a cualidades tales como amargura, fanatismo, radicalidad, fealdad, y un sinfín más, a cada cual peor. Y es un asociación que no tiene lógica alguna, sino que parte de prejuicios y que es explotada por aquellos que no quieren que las mujeres seamos libres y autónomas. Todavía no he conocido a una mujer feminista que responda a ese modelo grotesco; es una ficción, una deformación de la realidad construida para alejarnos de la lucha por la igualdad. Resulta más fácil atacar desde el insulto que plantear argumentos contra la emancipación de las mujeres.

La RAE da dos definiciones de feminismo:
1- Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.
2- Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.

Y son definiciones con las que no estoy de acuerdo. Capacidad y derechos reservados antes a los hombres, iguales derechos que para los hombres. Para la RAE las mujeres seguimos siendo algo que es necesario delimitar y tomar en consideración siempre con respecto al hombre, como si no tuviéramos la suficiente autonomía y entidad como para ser definidas como sujetos independientes. No somos la costilla de Adán, ni el segundo sexo. El feminismo no exige que yo tenga derecho a votar porque el hombre puede hacerlo, porque el voto no es un derecho que corresponda al hombre, sino a la persona. En la definición de la RAE subyace la idea de que el hombre es y sigue siendo la medida de todas las cosas, y que por tanto la mujer continúa siendo un ser subordinado.

Yo me quedo con la siguiente definición de feminismo: "movimiento social, teórico y político que busca la igualdad de oportunidades y derechos entre hombre y mujer". Y no creo que de ella se derive un deseo de exterminio del hombre, radicalidad ni fanatismo. El feminismo busca la igualdad entre ambos sexos, considerando que ambos tienen el mismo valor y por tanto deben tener las mismas oportunidades e iguales derechos. Históricamente la mujer ha estado sometida e infravalorada en todos los ámbitos y aspectos de su vida, y los avances para cambiar ese papel social que el patriarcado le ha asignado son pausados. Ahora bien, es obvio que si cambia el papel de la mujer, también debe hacerlo el del hombre. Y lo voy a explicar con una metáfora:
Imaginemos que en mi famlia somos cinco personas, tres mujeres y dos hombres, y que nosotras nunca hemos tenido derecho a comer postre porque éramos mujeres. Tras años luchando para poder comer postre por fin lo conseguimos y en la mesa se dispone una tarta que tiene 5 porciones. Antes los dos hombres de la familia se comían 4 porciones de la tarta, ahora continúan comiendo 4 porciones, y la porción restante tenemos que compartirla las tres mujeres, ¿sería eso igualdad? Pues un NO rotundo. Ellos disfrutaban de 4 porciones porque tenían un privilegio obtenido en base a nuestra discriminación, la igualdad sólo podría conseguirse si se repartiera proporcionalmente la tarta entre todas las personas de la familia. 
Y si cada persona hubiera comido una porción, ¿sería esto discriminación hacia los hombres de la familia? Otro NO rotundo. No puedes discriminar a una persona si le estás quitando algo que realmente nunca le ha pertenecido, lo que estás estableciendo es una igualdad real y efectiva.

Obviamente esto es una manera simplificada de explicar algo que para muchas personas resulta difícil de entender. Y es que el feminismo no ataca a los hombres, sino que ataca a los privilegios que los hombres disfrutan como consecuencia directa de nuestra opresión. Y lo hace con la pretensión de establecer una igualdad entre ambos, no de subrogarnos en el papel del hombre y oprimirlo. 

Y es aquí donde encontramos la diferencia entre feminismo, machismo y hembrismo. Arrebatar esos privilegios al hombre y otorgarlos a la mujer con el fin de oprimir a éste se llama hembrismo. Sencillamente es el machismo a la inversa, cambiando el sexo del oprimido. Por lo tanto, lo antagónico al machismo no es el feminismo, dado que éste pretende la igualdad, sino el hembrismo.




Visto esto, muchas personas llegarían a la conclusión de que realmente son feministas. No es nada radical reivindicar la igualdad entre los sexos, más bien es algo necesario y legítimo. Reivindicar el feminismo no te convierte en amargada, fea o conflictiva. Pero igual el problema es algo más profundo que una mera confusión terminológica o conceptual. Igual lo que ocurre es que a día de hoy creemos que los hombres ya no tienen esos privilegios, que nosotras no estamos oprimidas o que como ya podemos votar está todo hecho. A quién se le cruce esto por la mente que se quede con dos ideas:
- Como en la metáfora de la tarta, que exista la posibilidad de acceder a algo no significa que el acceso sea igual para todos/as.
- Un mero dato: una mujer tiene que trabajar 82 días más para cobrar lo mismo que un hombre en un puesto del mismo nivel.

Creo firmemente que tanto mujeres como hombres debemos definirnos como feministas y  creer en el feminismo. El patriarcado al igual que otorga privilegios al hombre también lo oprime, aunque sea en menor medida que a la mujer. La igualdad beneficia a ambos.

El negarnos feministas o extender el uso peyorativo y/o erróneo del término socava la lucha que durante cientos de años las mujeres hemos llevado a cabo. Una lucha que nos ha permitido tener derechos sobre nuestro cuerpo, acceder al mercado laboral y a la esfera pública, votar y un largo etcétera.

Como Simone de Beauvoir expone en la obra que da título a este espacio, las mujeres son el único colectivo que históricamente ha carecido de un pasado común y de una unión que les permitiera alcanzar colectivamente la emancipación. Ahora, que estamos inmersas en un proceso de unión y de concienciación que nos permita fraguar una lucha colectiva, el definirnos como feministas es esencial. El término feminista nos permite identificarnos como sujetos de una lucha, y no sólo como mujeres, en cuanto lleva detrás todo un bagaje histórico. No podemos reivindicarnos sino como feministas.

 

He aquí un artículo que también trata el tema:   

http://www.mujerhoy.com/Hoy/mujeres-hoy/feminista-pero-729759062013.html




27 sept 2013

"50 Sombras de Grey"



''50 Sombras de Grey'' representa el fenómeno de la violencia de género convertida en literatura de masas.

Tanto había escuchado hablar del famoso Grey que me aventuré a pedirle el libro a una amiga, y aún habiendo leído previamente sobre su verdadero cáracter, la realidad superó todo lo que pudiera imaginar.

"50 Sombras de Grey" se vende como un libro que libera a la mujer sexualmente, como una fantasía destinada a amas de casa en la que ellas también pueden ser objeto de deseo y dar rienda suelta a toda su sexualidad. Pero Grey y su historia ocultan muchas sombras; el título es acertadísismo.

Al margen de la calidad literaria del libro, que deja mucho que desear, el transfondo de la historia es muy oscuro. La novela consiste basicamente en la típica historia de chica buena conoce a chico malo e intenta cambiarlo, pero impregnado de lo que la autora ha creído que es erotismo y sadomasoquismo. 

Es como un cuento posmoderno del príncipe y la princesa. Anastasia Steele hace el papel de joven de 21 años virgen y pura que por casualidades del destino, y no tan casuales, puesto que príncipe y princesa siempre están destinados a encontrarse, conoce a Christian Grey. Este sujeto viene a ser un empresario rico, joven y apuesto, y los más importante, muy misterioso. Anastasia comienza a sentir una atracción casi magnética por Christian, y se suceden los encuentros.

Amén del romanticismo chungo de la historia, que ya es bastante inquietante, casi desde los inicios hay en su relación elementos insanos, y que llanamente son violencia de género. A modo de ejemplo:

- Anastasia sale de copas con sus amigos, llama a Grey por teléfono y sin que nadie se lo pida éste se presenta en el lugar preocupado por su seguridad, puesto que ella ha bebido mucho. Cuando llega al lugar un amigo de Anastasia está intentando propasarse con ella, menos mal que aparece Christian como salvador para sacarla de tal aprieto; la princesa no puede defenderse sola. Pero lo mejor es que Christian ha sabido donde donde está ella porque ha usado un sistema de localización. Cuanto menos terrorífico.
- Anastasia realiza varios viajes en avión y Christian le exige que para saber que está a salvo le envíe mensajes antes y después de despegar. Con tal finalidad le regala un coche nuevo, el antiguo para el muchacho es demsiado peligroso.
- Para poder controlar absolutamente todo lo que ella hace le regala una Blackberry y un portatil nuevo, y le exigue nuevamente que haga uso de ellos para contestar sus mensajes.

El control absoluto de la persona, camuflado siempre como un interés excesivo por su seguridad, es una manifestación de violencia de género de manual. 

Pero es el momento en que la pareja intima cuando más miedo da la historia. Grey le dice a ella que es un hombre especial, y le repite en sucesivas ocasiones que no es algo bueno para ella, que se aleje ahora que está todavía a tiempo. Aquí la semejanza con "Crepúsculo" es brutal, sólo que él no es un vampiro, sino un maltratador que disfruta haciendo daño a las mujeres. Y claro, como en toda historia de adolescentes, cuanto más malote y misterioso sea el príncipe más le gusta a ella. No obstante, se ve cómo hay una parte de Anastasia que recela y que intuye que la sobreprotección y el excesivo misterio no es algo bueno; pero su deseo sexual hacia él es tan intenso que termina no haciendo caso a su intuición.

Previamente a iniciar de un modo serio su relación sexual, Christian le presenta a Anastasia un contrato el que especifica qué es lo que quiere y cómo lo quiere. Básicamente es un documento donde él tiene el control absoluto de lo que ella debe comer, beber, vestir, sus horas de sueño, las horas que hará deporte, e incluso como debe depilarse. También especifica qué prácticas sexuales pueden realizar y cuáles son los límites. En este punto, la libertad contractual deja mucho que desear, puesto que a pesar de que en principio ella puede modificar el contrato antes de firmarlo, Grey le dice que hay aspectos (como el de las horas de sueño) que no pueden variarse, de nuevo apelando a su seguridad. 

Finalmente ambos terminan manteniendo relaciones sexuales, donde ella disfruta, pero también sufre. Y se establece una relación de cuento donde él dice estar sintiendo algo por ella y ella, ya enamorada, aguanta la violencia porque quiere llegar a conquistarlo y a cambiarlo. A medida que avanza la historia ella descubre que él ha tenido muchos problemas en la vida que le han llevado a ser cómo es, ha sufrido mucho; y Anastasia aguanta sus golpes porque cree que con su amor él cambiará.

Creo que llegados a este punto, todos tendríamos la misma impresión sobre la historia. Lo cierto es que hay dos libros más, que no he leído ni pienso leer y que me suena que terminan en boda (muy lógico). Pero con el primero ya tuve suficiente para darme cuenta de lo que había detrás del libro que supuestamente liberaba sexualmente a las mujeres.

La historia que se plantea, y yo no tengo ninguna duda, es violencia de género; y estamos hablando de la novela británica más vendida de la historia. La relación que se plantea entre ambos es absolutamente desigual, él tiene el control de la vida de Anastasia, sabe donde está en cada momento, quienes son sus amigos, cuando duerme o cuando come. Y en ella se ven actitudes muy comunes entre las mujeres maltratadas: la duda, la confusión, el no tener certeza de lo qué realmente está ocurriendo, la pérdida de su identidad personal, el miedo y la ansiedad.

"50 Sombras de Grey" normaliza la violencia de género, convirtiendo actitudes machistas en pequeños problemas que pueden solventarse por medio del amor, y es que el amor para la autora parece que todo lo logra y todo lo cura. Muestra el sadomasoquismos como algo que no es, puesto que la relación entre ambos es desigual y es muchos momentos Anastasia no da su consentimiento a tales prácticas sexuales ni disfruta con ellas. Además, subyace la idea de que Christian Grey es un maltratador porque ha tenido muchos problemas a lo largo de la vida y ha sufrido mucho, cosa bastante grave, dado que se justifica su violencia (cuando debería ser inaceptable) y se infunde una idea errónea acerca de lo qué es la propia violencia de género.

Al final de la novela ella lo deja porque una voz de alarma interior le dice que le está haciendo daño y que no merece la pena seguir con él, probablemente el momento más lógico de toda la historia. Sin embargo, y dado que hay otros dos tomos, presumo que volverá con él. Mi amiga me ha comentado que posteriormente ella toma las riendas de la relación, pero intuyo que no es más que el mito de el amor lo puede todo.

Al final del libro Anastasia debería haberse dado cuenta de que su príncipe es un maltratador, de que eso no es amor y que ella no debe esforzase por cambiarlo sino que se merece algo mejor, una relación donde sea respetada, una relación de igual a igual. 

En definitiva, basta de historias de príncipes y princesas, de historias donde el amor convierte al chico malote en un hombre bueno, donde la mujer sufre pero al final se ve recompensada. Porque ni el amor es eso, ni el amor merece sufrimiento.



20 abr 2013

Mujeres

Ser mujer siempre es más complejo que ser hombre, y hablo de "ser" porque como decía Simone de Beauvoir: "no se nace mujer: llega una a serlo".
Cuando nacemos lo hacemos como personas, pero desde el primer instante en que nuestros ojos se abren al mundo fuera del útero materno ya comenzamos a ser hombre o mujer. La primera diferencia entre nosotros/as la marca un hecho puramente biológico, el nacer con un tipo u otro de órganos genitales. El resto de diferencias se imponen y se aprenden culturalmente.
Desde la cuna somos vestidas de rosa -color por antonomasia de la supuesta feminidad- nos agujerean las orejas, somos tratadas y educadas de un modo muy distinto a los varones, y a lo largo de nuestra vida tendremos que enfrentarnos a miles de obstáculos, problemas y dudas que se generan por el mero hecho de haber nacido con vagina en un mundo y realidad social que considera que ello supone de facto una inferioridad respecto al hombre.
Somos tratadas y percibidad como el segundo sexo, las que están detrás del hombre, las que lo ayudan y cuidan, aquellas cuya única labor en la vida es perpetuar la especie y cuidar de la prole.
Pero se equivocan, no somos el segundo sexo, somos mujeres que están iniciando el camino hacia el empoderamiento. Mujeres que desean ser y sentirse libres, que ya no tienen miedo, que persiguen sus metas, que se autodefienden, que se conocen y son conscientes de su valía.
Esas somos nosotros, y este es el largo que camino que iniciaremos hasta que logremos todo aquello que históricamente se nos ha negado.