"No soy feminista, pero creo en la igualdad" es el nuevo "no soy racista, pero los rumanos son delincuentes"; una incongruencia.
Ejemplos hay muchos:
- Beyonce: "Creo en la igualdad. ¿Por qué has de elegir entre un tipo de mujer u
otro? ¿Por qué ponerse una etiqueta? Soy simplemente una mujer, y me
encanta”.
- Kate Perry:“No soy una feminista, pero creo en la fortaleza de las mujeres”.
- Taylor Swift: "No me planteo las cosas en plan chicas contra chicos. Nunca lo he
hecho. Me criaron unos padres que me decían que si trabajo tan duro como
los hombres, puedo llegar igual de lejos".
- Carla Bruni: "Ya no hay necesidad de ser feminista".
- Lady Gaga: “No soy una feminista. Saludo a los hombres. Amo a los hombres.
Celebro la cultura masculina americana: cerveza, bares y coches potentes”.
De estas frases se denota que calificarse como feminista es etiquetarse, negarse como mujer, adoptar una postura radical, ser conflictiva, odiar a los hombres e incluso ser una exaltada por reivindicar algo que ya hemos conseguido. Desde mi punto de vista esto es fruto de una doble ignorancia, en primer lugar ignorancia respecto a lo que significa "feminismo", y en segundo lugar respecto al propio lugar que las mujeres tenemos en la sociedad.
El feminismo aparece con frecuencia absurdamente asociado a cualidades tales como amargura, fanatismo, radicalidad, fealdad, y un sinfín más, a cada cual peor. Y es un asociación que no tiene lógica alguna, sino que parte de prejuicios y que es explotada por aquellos que no quieren que las mujeres seamos libres y autónomas. Todavía no he conocido a una mujer feminista que responda a ese modelo grotesco; es una ficción, una deformación de la realidad construida para alejarnos de la lucha por la igualdad. Resulta más fácil atacar desde el insulto que plantear argumentos contra la emancipación de las mujeres.
La RAE da dos definiciones de feminismo:
1- Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.
2- Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.
Y son definiciones con las que no estoy de acuerdo. Capacidad y derechos reservados antes a los hombres, iguales derechos que para los hombres. Para la RAE las mujeres seguimos siendo algo que es necesario delimitar y tomar en consideración siempre con respecto al hombre, como si no tuviéramos la suficiente autonomía y entidad como para ser definidas como sujetos independientes. No somos la costilla de Adán, ni el segundo sexo. El feminismo no exige que yo tenga derecho a votar porque el hombre puede hacerlo, porque el voto no es un derecho que corresponda al hombre, sino a la persona. En la definición de la RAE subyace la idea de que el hombre es y sigue siendo la medida de todas las cosas, y que por tanto la mujer continúa siendo un ser subordinado.
Yo me quedo con la siguiente definición de feminismo: "movimiento social, teórico y político que busca la igualdad de oportunidades y derechos entre hombre y mujer". Y no creo que de ella se derive un deseo de exterminio del hombre, radicalidad ni fanatismo. El feminismo busca la igualdad entre ambos sexos, considerando que ambos tienen el mismo valor y por tanto deben tener las mismas oportunidades e iguales derechos. Históricamente la mujer ha estado sometida e infravalorada en todos los ámbitos y aspectos de su vida, y los avances para cambiar ese papel social que el patriarcado le ha asignado son pausados. Ahora bien, es obvio que si cambia el papel de la mujer, también debe hacerlo el del hombre. Y lo voy a explicar con una metáfora:
Imaginemos que en mi famlia somos cinco personas, tres mujeres y dos hombres, y que nosotras nunca hemos tenido derecho a comer postre porque éramos mujeres. Tras años luchando para poder comer postre por fin lo conseguimos y en la mesa se dispone una tarta que tiene 5 porciones. Antes los dos hombres de la familia se comían 4 porciones de la tarta, ahora continúan comiendo 4 porciones, y la porción restante tenemos que compartirla las tres mujeres, ¿sería eso igualdad? Pues un NO rotundo. Ellos disfrutaban de 4 porciones porque tenían un privilegio obtenido en base a nuestra discriminación, la igualdad sólo podría conseguirse si se repartiera proporcionalmente la tarta entre todas las personas de la familia.
Y si cada persona hubiera comido una porción, ¿sería esto discriminación hacia los hombres de la familia? Otro NO rotundo. No puedes discriminar a una persona si le estás quitando algo que realmente nunca le ha pertenecido, lo que estás estableciendo es una igualdad real y efectiva.
Y si cada persona hubiera comido una porción, ¿sería esto discriminación hacia los hombres de la familia? Otro NO rotundo. No puedes discriminar a una persona si le estás quitando algo que realmente nunca le ha pertenecido, lo que estás estableciendo es una igualdad real y efectiva.
Obviamente esto es una manera simplificada de explicar algo que para muchas personas resulta difícil de entender. Y es que el feminismo no ataca a los hombres, sino que ataca a los privilegios que los hombres disfrutan como consecuencia directa de nuestra opresión. Y lo hace con la pretensión de establecer una igualdad entre ambos, no de subrogarnos en el papel del hombre y oprimirlo.
Y es aquí donde encontramos la diferencia entre feminismo, machismo y hembrismo. Arrebatar esos privilegios al hombre y otorgarlos a la mujer con el fin de oprimir a éste se llama hembrismo. Sencillamente es el machismo a la inversa, cambiando el sexo del oprimido. Por lo tanto, lo antagónico al machismo no es el feminismo, dado que éste pretende la igualdad, sino el hembrismo.
Y es aquí donde encontramos la diferencia entre feminismo, machismo y hembrismo. Arrebatar esos privilegios al hombre y otorgarlos a la mujer con el fin de oprimir a éste se llama hembrismo. Sencillamente es el machismo a la inversa, cambiando el sexo del oprimido. Por lo tanto, lo antagónico al machismo no es el feminismo, dado que éste pretende la igualdad, sino el hembrismo.
Visto esto, muchas personas llegarían a la conclusión de que realmente son feministas. No es nada radical reivindicar la igualdad entre los sexos, más bien es algo necesario y legítimo. Reivindicar el feminismo no te convierte en amargada, fea o conflictiva. Pero igual el problema es algo más profundo que una mera confusión terminológica o conceptual. Igual lo que ocurre es que a día de hoy creemos que los hombres ya no tienen esos privilegios, que nosotras no estamos oprimidas o que como ya podemos votar está todo hecho. A quién se le cruce esto por la mente que se quede con dos ideas:
- Como en la metáfora de la tarta, que exista la posibilidad de acceder a algo no significa que el acceso sea igual para todos/as.
- Un mero dato: una mujer tiene que trabajar 82 días más para cobrar lo mismo que un hombre en un puesto del mismo nivel.
Creo firmemente que tanto mujeres como hombres debemos definirnos como feministas y creer en el feminismo. El patriarcado al igual que otorga privilegios al hombre también lo oprime, aunque sea en menor medida que a la mujer. La igualdad beneficia a ambos.
El negarnos feministas o extender el uso peyorativo y/o erróneo del término socava la lucha que durante cientos de años las mujeres hemos llevado a cabo. Una lucha que nos ha permitido tener derechos sobre nuestro cuerpo, acceder al mercado laboral y a la esfera pública, votar y un largo etcétera.
Como Simone de Beauvoir expone en la obra que da título a este espacio, las mujeres son el único colectivo que históricamente ha carecido de un pasado común y de una unión que les permitiera alcanzar colectivamente la emancipación. Ahora, que estamos inmersas en un proceso de unión y de concienciación que nos permita fraguar una lucha colectiva, el definirnos como feministas es esencial. El término feminista nos permite identificarnos como sujetos de una lucha, y no sólo como mujeres, en cuanto lleva detrás todo un bagaje histórico. No podemos reivindicarnos sino como feministas.